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8 oct 2015

Solidaridad como valor subalterno en la Europa del capitalismo financiero

,Decía ayer bell hooks que para descolonizarnos internamente hemos de estimular la imaginación, empujar y cultivar nuestras mejores semillas y entrar en conversación. La conversación es una pedagogía radical.

Ayer en conversación --tras el debate con Hooks en la New School, "Moving from pain to power: confonting lost"-- con mi amiga Bettina Mathes, tratábamos de explicarnos el cambio de política de Angela Merkel en relación a las personas refugiadas de Siria. Las impresionantes imágenes que hemos visto estos días de éxodos de personas por los campos o en estaciones de tren haciendo colas interminables a la espera de los permisos fronterizos han generado una respuesta, incluso inesperada, como en el caso de Merkel, cuya dureza de corazón ha sido notoria en muchos momentos de la historia reciente en su larga carrera política.

Estas imágenes tan reales han tocado el inconsciente colectivo, la memoria del éxodo de la segunda guerra, tal y como incluso se meciona en esta noticia http://noticias.univision.com/article/2454657/2015-09-05/mundo/noticias/miles-de-refugiados-llegan-a-alemania-y-austria

Pero esa llamada de la memoria a través del tiempo que ha actualizado la historia violenta de Europa, y ha acercado el cuerpo colectivo de inmigrantes del oriente medio al espectro corporal, propio, de muchas personas europeas en los años cuarenta,  no creo que sea la única explicación a las manifestaciones colectivas de solidaridad que han emergido en muchas pequeñas localidades incluyendo Alemania. 

La respuesta es una auto-organización, una expresión subalterna de agencia que configuran plataformas, redes, respuestas colectivas más o menos estructuradas y llenas de expresiones emocionales de afecto y solidaridad. No me resulta difícil ver en estas expresiones, respuestas subalternas ajenas a las instituciones estatales, muestras de valores colectivos que humanizan, que se niegan a aceptar que la única lógica y guía posible sea la económica, la de la prima de riesgo o la de las empresas de rating. Existen otros mundos más allá de las oficinas lujosas de Wall Street, de los asépticos despachos de quienes envían drones para bombardear a la población a miles de kilómetros de distancia. Si, si hay mundos muy lejanos de quienes, frente a una lujosa taza de café macchiato, exigen no sobrepasar un déficit que inflige torturas a gran parte de una población con la que nunca se encontrarán.


Lo hemos visto con nuestros propios ojos (pinchar en el enlace sobre la palabra solidaridad). El cuerpo colectivo del sufrimiento, ha despertado la solidaridad, colectiva e individual, de mucha gente que prestaría una habitación de su casa o compartiría una comida diaria. Esa es la Europa de la gente corriente, la gente de la "tierra callada, del trabajo y del sudor", la que aún recuerda algunas de las fotos que les mostraron sus abuelas de quienes desaparecieron en aquellos, otros, éxodos. Más allá del lugar y del destino, muchas personas en Europa saben bien el significado de ser alguien refugiado.