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10 oct 2016

TECNOLOGIAS SENCILLAS Y EPISTEMOLOGÍAS ARTESANAS



En el baúl de los recuerdos descansa ya, incluso, el recuerdo de los viejos mecheros bics o clipper de piedra, y áun más de los rellenables de gas. Recuerdo que acabé comprándome un rellenador pero hasta entonces se lo habia llevado a un hombre que en el portal de la esquina reparaba estas tecnologías sencillas que duraban años.

Como vago es el recuerdo, no consigo recordar si aquellos mecheros eran tan frágiles como los sofisticados electrónicos de hoy, de usar y tirar, o si verdaderamente eran tan robustos como los recuerdo. Aunque el consumismo nos haya hecho dedicarle mucho tiempo a la selección, devolución y observacion de mercancías, el tiempo que le dedicábamos a aquellas tecnologias sencillas era de otra textura. Generalmente hablabas con aquel hombre que dedicaba su tiempo a oir la radio, reparar mecheros y fumar sus propios cigarrillos. Allí te enterabas de cosas del barrio, algo de política... porque la sencillez tecnológica no iba reñida con la reflexion local. 

En los años sesenta ya teníamos polietileno y polipropileno en Europa, asi que imagino que las carcasas de estos materiales que utilizábamos unos años después probablemente eran producidas en Europa o EEUU en los sententas. Lo que no se es por qué vía recibiría aquel técnico de tecnologias sencillas, las piedras del mechero que era la pieza que, junto al desgaste de la carga de gas, requería de sus servicios. Si internet no nos engaña, esas piedras eran de sílice o de pedernal. Cortadas a ese tamaño pequeño quizá en alguna fábrica local, porque recordemos que estas tecnologías sencillas generalmente también se basaban en procesos de trasporte sencillos.

Herederos directos de aquellos señores expertos del recambio, son los numerosos videos en internet del do-it-your-self de la piedra clipper. Me parece entrañable que la sofisticada internet y youtube tenga toda esa comunidad de generosos explicantes que nos cuentan desde cómo se arregla una olla exprés o se le cambia la piedra a un clipper, a cómo acelerar el Pc. Una legión de personas generosas han hecho explotar las prácticas vernáculas que desde el siglo XVII (¡y antes!) vienen fomando parte de las prácticas humanas de conocimiento. Asi lo ha contado Pamela Smith en la compilacion de trabajos presentes en Ways of Making and Knowing. Incluso Patrick Wallis and Catherine Wrightse se plantean la existencia de una "epistemologia artesanal". Pero ¿sería esto aplicable a estas tecnologías sencillas para reposición de sílice en los mecheros? Todas comparten una especie de amalgama de objetos y habilidades y es indudable que la sencillez de las técnicas de reposicion y la difusion de la técnica en internet hayan sido determinante de su persistencia.

También el tamaño y el precio habrá sido importante para una tecnología cuyo uso, como diría Latour, --en este caso la facilidad de perderlos con frecuencia y la posibilidad de reemplazarlos-- haya sido determinante en la duracion de su existencia, con muy discretas variaciones respecto a sus antecesores, los mecheros de mecha (de ahí el nombre), sustituida por la --ahora escasa-- energia fosil. Aún consigo sacar del baúl de los recuerdos uno de esos mecheros de yesca que me compré por el gusto de hacerle esos enrosques alambicados, incluso creo que llegué a llevarlo encima aunque no recuerdo usarlo mucho, por la dificultad que suponía apagar la mecha ya encendida, que requería unas manos duras y encallecidas para conseguir apagarla. Es decir, estas tecnologías sencillas tenían género. Aunque en la decoración se fueron feminizando, con colores más delicados o dibujitos "monos", a ninguna chica se le ocurría llevar esos mecheros de mecha por muy vintage que fuera su gusto. Tampoco conozco a ninguna mujer reparadora de mecheros, por lo general eran hombres. Así de sencilla puede ser también la tecnología del género que diría de Lauretis.

Aquí podéis ver cómo hacer uno de yesca y no sé si hay epistemología artesana en el artesano cordobés que comenta, pero desde luego el lenguaje es de manual de tecnologia sencilla. Ciertamente, esos objetos siguen teniendo una vida social no sé si propia o animada por el uso humano de los mismos, como plantea Appadurai, pero desde luego el significado emocional de estos mecheros clipper se ha ido revalorizando. De objeto sencillo y cotidiano a depositario de valores de género y, aún ahora, portadores de un capital emocional: de nostalgia de un pasado menos marcado por la lógica del quita-y-pon.





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